“Sólo si nos
deshacemos de nuestros miedos, si vemos a la gente de otras religiones como
iguales, como almas como nosotros que van camino del cielo, podremos amar en un
sentido auténtico, incondicional. Todos somos lo mismo, todos remamos en la
misma galera. En nuestras muchas reencarnaciones, hemos sido de todas las
religiones, de todas las razas. El alma
no tiene raza, no tiene religión. Sólo conoce el amor y la compasión.
Cuando nos
damos cuenta de que todos somos lo mismo, de que sólo hay diferencias superficiales
y poco importantes entre nosotros, pero ninguna que de verdad importe, podemos
tender la mano hacia atrás y ayudar a los demás que están en el mismo sendero,
da igual que sean como nosotros o no.
Al escarbar bajo los rituales y las costumbres superficiales
de las diversas religiones se encuentran sorprendentes similitudes de ideas,
conceptos y consejos. Incluso el lenguaje es increíblemente parecido. Nos
hemos matado en nombre de la religión cuando, en el fondo, muchos de los más
devotos creen en realidad en lo mismo.
Todas las
grandes religiones hacen hincapié en la
importancia de llevar una vida espiritual, de comprender la presencia divina en
todos los seres y todas las cosas y más
allá de ellos, de las buenas acciones, del amor, la compasión, la caridad,
la fe y la esperanza. Todas hablan de
una vida después de la muerte, del alma. Todas subrayan la importancia de
la bondad, del perdón y de la paz.
Ahora podemos empezar a aceptar conceptos como la omnipresencia divina, la inmortalidad del alma, la existencia continuada tras la muerte física sobre una base de datos, no solo de fe.
Así pues, ¿por qué somos tan ignorantes antes la esencia
de nuestras propias religiones, con sus ricas tradiciones espirituales, por
no hablar de las religiones de nuestros amigos y vecinos? ¿Por qué insistimos en ver sólo las diferencias cuando las
similitudes son abrumadoras? ¿Por qué
hacemos caso omiso de las enseñanzas, de los preceptos, de las normas y de
las pautas que los grandes maestros nos
han presentado con tanto amor y tan bien?
Repito que nos hemos olvidado de que sabemos.
Atrapados en la rutina de la vida diaria, nos
obsesionamos tanto con las preocupaciones y la ansiedad, nos preocupamos
tanto de nuestra situación, de nuestro exterior, de lo que los demás piensan de
nosotros, que nos hemos olvidado de nuestro yo espiritual. Nos da miedo la muerte porque nos hemos
olvidado de nuestra verdadera naturaleza. Nos preocupan tanto
nuestra reputación y nuestra posición, que los demás nos manipulen para “obtener”
algo que nosotros “perdemos”, nos aterra tanto parecer estúpidos, que hemos
perdido el valor de ser espirituales.
No obstante, la ciencia y la espiritualidad consideradas antitéticas durante mucho tiempo, se están acercando. Los físicos y los psiquiatras se están convirtiendo en los místicos de los tiempos modernos. Estamos confirmando lo que los anteriores místicos sabían de forma intuitiva. Todos somos seres divinos. Hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado. Y para volver a casa tenemos que recordar el camino.”
Fuente: Brian Weiss, “El
mensaje de los Sabios” pg 268 y 269
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