Nuestra mente sólo es una parte de nuestro ser total. Nuestro Yo real excede los pensamientos y emociones con los que solemos identificarnos y se extiende hacia nuestros cuerpos, nuestra familia, nuestra comunidad y aún mas allá, de modo que “ninguna persona es una isla” y todos estamos conectados en lo profundo. Si nos mantenemos limitados a nuestra mente, se debe únicamente a la estrechez de nuestra conciencia. Expandir la conciencia equivale a expandir el yo, identificándonos cada vez con mayor amplitud, de modo que lo que antes era ajeno y extraño pasa a ser propio. Este el remedio para la violencia y la maldad de nuestro mundo: si incluimos en nuestro ser a los otros, será muy difícil lastimarlos o aprovecharnos de ellos, ya que sería como hacérnoslo a nosotros mismos. Con la expansión de la conciencia y el yo viene la paz que resulta de reconocer que estábamos asustados por ilusiones y sombras sin ninguna sustancia. Los miedos tan temidos se originaban en nuestra percepción errónea e insuficiente de la vida y el mundo. La soledad no era tal.
Comenzar a darnos cuenta de que nunca estamos realmente solos, de que el universo es una red de seres interconectados y de que nada se pierde completamente, trae la pacificación del espíritu. Podemos considerar a nuestros miedos más profundos como los perros guardianes de nuestra alma. Las Técnicas de Re-Asociación Cerebral (TRAC®) permiten tranquilizar a estos animales asustados y enojados que representan a las partes más primitivas de nuestro cerebro, aquellas que disparan las emociones como mecanismo de protección. Así, con la guía y sostén del terapeuta, el paciente puede atravesar en forma segura sus miedos con un mínimo de disconfort y llegar a conocer aquello que en realidad es.
Fuente: Psiq. Luis Sonet, artículo publicado en Diario "La Capital" de Rosario
http://www.terapiametabolica.com.ar/index.php/Tiempo_para_descubrir_la_realidad_de_nuestro_ser
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